Lectura: Introducción


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Creemos y no creemos, amamos y no amamos, somos y no somos; y es así,
porque estamos en marcha hacia una meta que, al mismo tiempo, vemos y no vemos.
Gabriel MARCEL,
Vers un autre royaume.




Uno de los ideales de nuestras generaciones, entre otros, tiene por objeto el dominio del tiempo, del futuro. En los últimos doscientos años hemos avanzado a velocidades inéditas para los hombres de los siglos anteriores. La velocidad del caballo ha sido vencida por la del ferrocarril, el automotor, el avión, los satélites, las comunicaciones, el láser, la fibra óptica. Hoy pretendemos vivir a la velocidad de la luz. Todavía no hemos dominado al tiempo. Tampoco sabemos cómo es el futuro. No obstante, se ha transformado en una obsesión: es el tiempo abierto, es la sorpresa ante lo inimaginable, es la esperanza de que todo puede ser mejor, es la expectativa del cambio permanente, es creer que la felicidad está al alcance de la mano.
Si pudiéramos llegar…
Esta novela se dirige hacia al pasado para rescatar las vivencias de nuestros antecesores quienes, por las mismas razones que las nuestras, también marcharon hacia un futuro. Con otra velocidad, posiblemente con la misma fuerza y tesón. Esta propuesta de caminar los senderos polvorientos que han pisado nuestros abuelos y sus abuelos y los abuelos de éstos, puede enfrentarnos a una situación no acostumbrada, pero posible. Este camino pretenderá mostrar que ellos han tenido la necesidad de creer también en el futuro, de tener la esperanza en los cambios, de pretender una vida de bienestar. Esa vida propuesta como futuro, es nuestro presente. Y, entonces, si ellos pudieran vernos, estarían observando su futuro soñado.
Nuestra realidad es su sueño.
Es esta la razón por la que intentamos encontrar, entre nosotros y los que nos han precedido, la profunda comunicación que permita la recuperación de las raíces, el aprendizaje constante, el rescate de los deseos, todas razones que sustentan la esperanza en un tiempo distinto.
El camino a recorrer es una búsqueda de los ecos y sonidos que han dejado los pasos de quienes nos han precedido. Escuchar las voces de nuestras raíces, que pueden ser las de mucha gente, entre las que nos encontramos y reconocemos. Y en las que comprendemos el sentido de nuestra humanidad, con su riqueza y su miseria, con su lucha y su inconstancia, con sus penas y sus esperanzas, con sus glorias, sus llantos y sus alegrías.
Esta es una obra de ficción que intenta aproximarse a lo que pudo haber sucedido realmente. Los nombres de las personas, no deben coincidir con la realidad, aunque tal vez alguien pueda sentirse identificado. Pero es sólo eso. Y, como tal, una ficción que invita a la imaginación del lector, particularmente si éste es descendiente de quienes han formado parte de este caminar por los senderos que recorrieron todos los pueblos inmigrantes, que hoy recordamos con admiración y respeto.